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lunes, 31 de enero de 2011

EVIDENCIA 5: NEUROPSICOLOGIA Y ENFERMEDAD DE PARKINSON

¿Por qué los tulipanes de la Primavera de 1817 parecían tristes y diferentes? Se preguntaba el Señor, mirando su antes vistoso y colorido jardín. Muchos de ellos ni siquiera lograban conservar durante mucho tiempo la erguida altivez de años anteriores. Además algunas de sus solitarias y acopadas flores estaban a punto de marchitarse sin apenas vivir para dar fe de su hermosura. Intrigado decidió investigar las causas del desagradable cambio. Escondido, tras los cortinajes del amplio ventanal principal, se apostó para vigilar a su otrora muy apreciado y virtuoso jardinero. Hasta el momento había estado bastante orgulloso de su labor; era además un sirviente sin vicios, con una vida regida por la sobriedad y la templanza. Lo observó llegar con paso cansino y sus tijeras de podar prestas a iniciar labores. El sirviente comenzó el cuidado y trabajo de las plantas con su habitual minuciosidad. ¿Cómo era posible que unas manos tan prodigiosas propiciasen flores tan poco bellas? Entonces se dio cuenta del apenas perceptible movimiento. Sorprendido, descorrió los cargados cortinajes para ver mejor. La pesada podadera trabajaba temblando entre los tulipanes, la mano zurda del empleado no lograba precisar los cortes en las anchas y largas hojas del hasta hacía poco tiempo cuidado y colorido jardín. El Señor, ya sin disimulo, acercó aún más su rostro al amplio cristal para observar con más detalle el quehacer del trabajador entre las flores. Entonces el leal jardinero se percató de queestaba siendo vigilado. Su mano zueca redobló la agitación, cayendo las tijeras entre las mustias flores. Se avergonzó de su torpeza y durante los últimos años de su vida siempre recordaría la mirada estupefacta desde la ventana de su respetado patrón, que acababa de resolver el secreto de los tulipanes, abriendo las puertas a otra enigmática y complicada cuestión. “¿Por qué estaban sucumbiendo las hasta entonces serenas y coordinadas manos del noble jardinero?” se preguntaba, mirando los tulipanes, con profundo e inquieto interés científico el Doctor James Parkinson.



     El documentarme sobre la unanimidad de resultados descubiertos en cuanto a la sintomatología neuropsicológica y neuropsiquiátrica que conlleva la enfermedad de Parkinson me ha hecho identificar casos individuales de mi día a día: M. veía hermosos leones los cuales lejos de provocarle miedo y aturdimiento representaban una visión bonita y privilegiada en su enfermedad, A. , su llanto continuo, su adicción a las pastillas y su chantaje emocional a su marido eran su tarjeta de presentación, E. la cual su falta de control de impulsos le ha provocado problemas de convivencia: ¿quien podría tener un compañero de habitación que cambia constantemente de sitio sus pertenencias, que guarda papeles, servilletas, los cuales dobla repetidamente?, las historias elaboradas que crea en su cabeza, le crean angustia, creyéndose ser acosada por otros residentes, o robada por su ex -compañera, a L. el cual no paraba de pelar la flor del Azafrán sin mancharse las manos; la inexpresividad de la siempre independiente E. , de la cual hemos perdido el recuento de caídas y las medidas de prevención para ella es limitar su libertad y no querer admitir las limitaciones de su enfermedad; A C. la cual es consciente de su sintomatología “en ocasiones” y muestra ser cauta aunque las visitas de personas fallecidas a su habitación a media noche no deja indiferentes.....

     Las manifestaciones clínicas del deterioro cognitivo en la Enfermedad de Parkinson varían desde los déficit sutiles y focales, demostrables básicamente mediante tests neuropsicológicos, hasta la demencia global.

     Los déficit cognitivos leves incluyen, principalmente, un uso anormal del almacenaje de memoria y un síndrome disejecutivo secundarios a la alteración de los circuitos corticosubcorticales que conectan la corteza prefrontal dorso y ventrolateral con es estriado dorsal (putamen y caudado dorsal) y el área tegmental ventral mesencefálica (Javoy-Agid et al., 1980).

     En el desarrollo del deterioro cognitivo moderado y grave que lleva a la demencia se encuentran implicadas múltiples regiones tanto corticales como subcorticales, así como diversos sistemas neuroquímicos (Emre et al., 2003)

Tipos de funciones cognitivas que pueden estar afectadas en la Enfermedad de Parkinson:

- Alteración de la Atención Mantenida con Fluctuaciones.
- Síndrome disejecutivo: Formación de conceptos, resolución de problemas.
- Adquisición, mantenimiento y cambio de set (set-shifting)
- Memoria de Trabajo
- Resistencia a la Interferencia
- Alteración de las habilidades visuoespaciales.
- Déficit de Memoria: Alteración en la evocación, con menor frecuencia, déficit de reconocimiento.
- Lenguaje: Alteración precoz de las fluencias verbales. Déficit de denominación en las fases más avanzadas.
- Gnosias y praxias preservadas.

     La observación de trastornos neuropsiquiátricos asociados a la Enfermedad de Parkinson se remonta a las décadas de 1960 y 1970, en las que se encontraron las primeras asociaciones entre Enfermedad de Parkinson, sintomatología depresiva (Mandell et al.,1961) y alucinaciones (Damasio et al.1971). Tanto la depresión como las alucinaciones se relacionaron inicialmente con el tratamiento crónico con levodopa, bromocriptina y amantadita (Harper et al., 1973). Tuvieron que pasar 10 años para que se hipotetizara por primera vez que la depresión podría ser una consecuencia de la misma enfermedad (Asnis, 1977) y hasta 25 años para entender las alucinaciones como un fenómeno propio del proceso neurodegenerativo, más que como un simple efecto secundario de la medicación dopaminérgica (Graham et al. 1997). Por otro lado, la apatía, un síntoma psiquiátrico del siglo XX, no fue objeto de estudio en la Enfermedad de Parkinson hasta 1992 (Starkstein et. Al., 1992). En conjunto, podríamos decir que el conocimiento en profundidad de las alteraciones conductuales y emocionales asociadas a la Enfermedad de Parkinson empezó a desarrollarse a partir de la década de 1990. En la actualidad el conocimiento de la alta frecuencia con la que se presentan y del gran impacto que generan sobre la funcionalidad y la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores, ha hecho de estos trastornos un campo de investigación de primer interés.

     En 1999 se publicó el primer estudio que analizó la frecuencia de un amplio abanico de síntomas conductuales en la EP (Enfermedad de Parkinson) , al administrar la Escala NPI a 140 pacientes con demencia (36%) y sin demencia (64%), de 7 y 17 años de evolución (Aarland et al., 1999). El 61% de los pacientes de la muestra presentó algún síntoma conductual activo en el momento de la entrevista: en un 40% se observó sintomatología depresiva, en un 25% alucinaciones, en un 20% clínica ansiosa, y en un 15% apatía o clínica delirante. De todos estos síntomas, la depresión, la ansiedad, la apatía y las alucinaciones fueron los que se presentaron con mayor gravedad. Por otro lado se pudo observar que los pacientes con una mayor afectación de la función motora y aquellos con peor función cognitiva global eran los que asociaban sintomatología psiquiátrica con mayor frecuencia y gravedad.

     No se encuentran estudios similares hasta 2006, cuando el mismo grupo evaluó la presencia de los síntomas del NPI en una población seleccionada de 537 pacientes con Demencia Enfermedad de Parkinson (Aarsland et al, 2007). En estos pacientes la frecuencia de algún síntoma neuropsiquiátrico asciende hasta el 89%, con una intensidad moderada o grave en un 64% de la muestra. La depresión, la ansiedad, la apatía y las alucinaciones siguen siendo los trastornos más comunes y de mayor gravedad en DEP; cabe destacar que hasta un 25% de los pacientes también pueden manifestar clínica delirante, un síntoma que, junto con la apatía, se asocia con mayor impacto emocional y mayor carga sobre el cuidador. Por último, mediante el análisis factorial se pudo clasificar a los pacientes en cinco grupos: hasta un 20% de pacientes con DEP presentaron puntuaciones altas en apatía junto con puntuaciones bajas en el resto de síntomas (incluidas la depresión y la ansiedad); un 10% puntuaciones altas en depresión, ansiedad y apatía, un 10% en alucinaciones y delirios; y un 5% puntuaciones altas en todos los síntomas, con agitación psicomotriz e irritabilidad como clínica predominante. El resto de los pacientes se agruparon en un grupo heterogéneo, con puntuaciones de intensidad moderada en todos los ítems.

     Varios estudios han analizado el impacto sobre la funcionalidad y calidad de vida de los síntomas motores y no motores en el Enfermedad de Parkinson. Sorprendentemente, pero de manera consistente, el deterioro de las funciones cognitivas y la clínica neuropsiquiátrica se presentan como aquellos síntomas que generan un mayor impacto en el día a día (Weintraub et al 2004). Y de entre todos ellos, la sintomatología depresiva destaca como la variable independiente con mayor peso tanto sobre la funcionalidad diaria como sobre las escalas de valoración de calidad de vida (Schrag et al. 2000). Así, la EP no puede definirse ya sólo como un déficit aislado de la dopamina cerebral, sino que debemos de resaltar que son los síntomas no exclusivamente dopaminérgicos los que aparentemente generan un mayor impacto vital.

     Además, en los últimos 5 años se ha definido un nuevo grupo de trastornos psiquiátricos asociados a la EP: Los trastornos del control de impulsos. Los pacientes con EP presentan ludopatía con mayor frecuencia que la población general y, en una frecuencia similar, también pueden presentar hipersexualidad, adicción a la levodopa y compras compulsivas y pudding.

     Los trastornos neuropsiquiátricos asociados a la Enfermedad de Parkinson se pueden clasificar en:
  •  Trastornos Afectivos
  • Depresión
  • Apatía
  • Ansiedad, irritabilidad
  • Trastornos Psicóticos
  • Alucinaciones visuales, auditivas, táctiles
  • Delirios: paranoide, celotipia
  • Síndromes de falso reconocimiento intermetamorfosis, paramnesia reduplicativa, Capgras, reduplicación.
  •  Presencia de ritos motores continuados y repetitivos sin un objetivo en concreto
  • Trastornos del control de impulsos
  • Adicción a la levodopa
  • Ludopatía
  • Punding
  • Hipersexualidad
  • Compra compulsiva, ingesta compulsiva (binge Ealing)

EVIDENCIA 4 :DISFUNCIÓN DEL OLFATO POSIBLE PREDICTOR DEL ALZHEIMER


     Existe mucha evidencia de la existencia de déficit olfatorios en muchas enfermedades neurológicas; sin embargo, esto no ocurre en todas. Así, en el parkinsonismo inducido por 1-metil-4- fenil 1,2,3,6-tetrahidropiridina, en la esclerosis lateral amiotrófica y en las parálisis supranuclear progresiva no existen alteraciones en la agudeza olfatoria ni en la identificación de los olores.

     En la enfermedad de Alzheimer ha existido cierta controversia en estas pruebas de umbrales. Algunos estudios mostraban una función alterada, mientras que otros afirmaban que la agudeza olfatoria era normal.

     Trabajos posteriores, como los de Murphy et al, que estudiaron los umbrales olfatorios en detalle, encontraron una alta correlación entre los resultados de esta prueba y la gravedad de la demencia. Nordin y Murphy evaluaron los umbrales de pacientes con deterioro cognitivo leve y también hallaron una significativa elevación de sus umbrales olfatorios.

     La enfermedad de Alzheimer es el trastorno neurodegenerativo más frecuente en seres humanos, y representa aproximadamente el 50% de los casos de demencia por encima de los 50 años . En la enfermedad de Alzheimer, la pérdida olfatoria es prevalente (un 85-90% de los casos) y marcada (aproximadamente la mitad de la capacidad normal).

     Los estudios neuropatológicos sobre la disfunción olfatoria se han centrado en el epitelio y el bulbo olfatorio. Existen estudios que encuentran filamentos tau positivos y/o patológicamente fosforilados en las biopsias del epitelio olfatorio, pero otras investigaciones no han mostrado los mismos resultados.

     Por contra, en el estudio del bulbo olfatorio, estructura patológicamente dañada en la enfermedad de Alzheimer, Kovács et al detectaron la presencia de ovillos neurofibrilares al comienzo de la etapa entorrinal, según la clasificación de Braak y Braak, y depósitos de amiloide. Las lesiones son más intensas en el núcleo olfatorio anterior y los ovillos se localizan en el bulbo olfatorio antes de afectar a la corteza entorrinal.

**Braak y Braak describieron 6 estadios en la neuropatología de la enfermedad de Alzheimer: En el Estadio I, cuando hay una leve manifestación de la patología se observa deterioro en las células de proyección específica de la región transentorrinall perialocortical, que se localizan en las profundidades del surco rinal, son las primeras neuronas corticales que manifiestan los cambios (estadio I clínicamente silencioso). Estas evidencias explicarían por qué un deterioro en el olfato puede predecir un futuro Alzheimer.

     En un estudio donde se correlacionaban tareas olfativas y resonancia magnética funcional, se demostró que la activación de la corteza orbitofrontal estaba relacionada con la del lóbulo temporal medial. Dicha activación no ocurría en pacientes con enfermedad de Alzheimer. En otro estudio también con resonancia magnética funcional, se encontró una menor activación de la amígdala, hipocampo y corteza entorrinal en pacientes con enfermedad de Alzheimer.

     En otros estudios con tomografía por emisión de positrones, se encontró una menor activación en las regiones centrales del cerebro y en el lóbulo temporal y la región frontal. La disfunción olfatoria se correlaciona con la gravedad de la enfermedad], y habitualmente el enfermo no es consciente del déficit olfatorio hasta que se le somete a pruebas regladas.
En conclusión, los pacientes con enfermedad de Alzheimer muestran una disfunción olfatoria no total, pero sí considerable, en ambas cavidades nasales, que se halla presente en los estadios más precoces de la enfermedad, incluso en pacientes con deterioro cognitivo leve. Las pruebas olfatorias también pueden ayudar al diagnóstico diferencial entre pseudo demencia depresiva y enfermedad de Alzheimer .




Alzheimer y anosmia: RMf
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EVIDENCIA 3: VACUNA CONTRA EL ALZHEIMER

     Entre los años 2000 y 2002 la esperanza de estar más cerca de conseguir el tratamiento eficaz que curase el Alzheimer creció con el trabajo de Elan y Wyeth-Ayerst, compañías farmaceúticas que pusieron a prueba con humanos en ensayos clínicos la vacuna AN-1792.

Los ensayos que realizarón para estudiar su efectividad consistieron en:

     · Fase I: Basados en los hallazgos preclínicos y tras extensos estudios preclínicos de seguridad en varias especies animales (ratones, conejos, hamsters y primates) se procedió a la inmunización con Aβ42 (AN1792) sintético preagregrado junto al adyuvante inmunogénico QS-21 en estudios de fase I que demostraron buena seguridad y tolerabilidad en 104 pacientes tratados con dosis únicas o múltiples de AN1792 o con sólo QS-21 provocándose un aumento detectable de los anticuerpos anti-Aβ42 en aproximadamente el 25% de los que recibieron AN1792.



Inmunoterapia en Alzheimer: AN-1792
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     · Fase II: Un ensayo internacional, multicéntrico, randomizado, paralelo, doble ciego y controlado con placebo de inmunoterapia activa se inició en el año 2001 para evaluar la seguridad, tolerabilidad y eficacia clínica. Se programó para desarrollarse en 2 años y el calendario previsto de inmunizaciones incluía inyecciones en el músculo deltoides de 225 μg (0.5 ml) de AN1792 mas 50 μg de QS-21 o suero salino (placebo) en la visita basal y a los 1, 3, 6, 9 y 12 meses. Un total de 372 pacientes con EA leve o moderada se randomizaron para recibir tratamiento o placebo en una relación de 4 a 1, con la intención de alcanzar una relación final 1 a 1 de pacientes respondedores (que generarían anticuerpos, según los resultados de la Fase I) vs placebo. La dosificación se detuvo en Enero del año 2002 tras síntomas, signos y hallazgos de laboratorio sugestivos de meningoencefalitis aséptica en 4 de los pacientes tratados con AN1792. No obstante se continuó con el seguimiento clínico y monitorización de los pacientes no afectos bajo las condiciones iniciales descritas en el ensayo.


     En este ensayo 300 sujetos participarón como grupo experimental y 72 como grupo control, La edad de los sujetos era de entre 50 y 85 años de edad con enfermedad de Alzheimer probable y con una puntuación de 15 a 26 en el MMSE (Mini-Mental State Examination). Las inyecciones estaban planificadas para los meses 0, 1, 3, 6, 9 y 12, realizándose controles de seguridad y tolerabilidad, y en los pacientes respondedores se realizaron además controles del estado cognitivo mediante el ADAS-Cog (subescala cognitiva de la Alzheimer's Disease Assessment Scale), laDisability Assessment for Dementia, la CDR (Clinical Dementia Rating) de Hughes, el MMSE y la Clinical Global Impression of Change, una batería de tests neuropsicológicos, RNM (Resonancia Nuclear Magnética), proteína τ en el líquido cefalorraquídeo (LCR) y β-amiloide42.

    Se detuvo, en 2002, el proceso de inmunización al aparecer 18 casos de meningoencefalitis, un proceso que se caracteriza por la inflamación del cerebro y las meninges. Sid Gilman ha participó en estudios publicados y es el autor principal de uno de ellos, además de director del comité asesor independiente que veló por la seguridad de los pacientes implicados en el ensayo de la vacuna AN-1792. Gilman explicó que, tras una investigación, se concluyó que la meningoencefalitis fue provocada por una serie de péptidos que se inyectaron con la vacuna y que ya han sido identificados. «Estos péptidos son diferentes de los que activan el sistema inmunológico para eliminar las proteínas beta amiloide». «Ahora sólo hay que crear una vacuna que no incluya esos péptidos en su composición y así no provocará meningoencefalitis».

     En el momento de la interrupción, 2 de los pacientes habían recibido una sola inyección, 274 pacientes habían recibido dos, y 24 pacientes habían recibido ya tres inyecciones. De los 300 pacientes, 59 (el 19.7%) desarrollaron la respuesta inmunitaria predeterminada.

     No se encontraron diferencias significativas entre los sujetos respondedores y los de los grupos placebo en elADAS-Cog, la Disability Assessment for Dementia, la CDR de Hughes, el MMSE o la Clinical Global Impression of Change, pero el análisis del z-score de la batería de tests neuropsicológicos mostró diferencias en favor de los respondedores. Por otra parte, la proteína τ del LCR estaba disminuida en los sujetos respondedores con respecto a los de los grupos pacebo, dentro del pequeño subconjunto de participantes a los que se realizó esta determinación.

     Por otra parte, el cerebro de los inoculados disminuyó de tamaño, lo que indica la eliminación de las proteínas que forman las placas beta amiloides que crecen de forma anormal en el cerebro de los afectados. Como estas proteínas retienen agua, el cerebro encoge de forma evidente con su desaparición. Además, el nivel de la proteína tau del líquido cefalorraquídeo, que se considera un indicador de la muerte neuronal, resultó bastante más bajo en 11 participantes de los 21 cuyo sistema inmune respondió favorablemente a la vacuna, a los que se les pudo extraer el líquido antes de que se paralizara el ensayo.

     En la Actualidad, la empresa zaragozana Araclon Biotech ha iniciado ensayos clínicos en humanos de una nueva vacuna contra el Alzheimer, Vacuna Araclon, en la que trabaja desde hace años y donde tiene depositadas grandes esperanzas. Tras las pruebas realizadas con animales que han demostrado su nula toxicidad, ahora se preparan para comprobar que en seres humanos tampoco poseen efectos negativos. Esta fase de la investigación, se desarrollará en Austria con una muestra de 24 personas y durará un año. En cuanto verifiquen los resultados, se iniciará la segunda fase que consistirá en comprobar la verdadera eficacia del fármaco para erradicar el Alzheimer. Para ello contarán con la colaboración de 48 pacientes, que se repartirán dos versiones distintas del medicamento para ver cual funciona mejor. Esta segunda fase se iniciará en el año 2012, con la previsión de que en 4 años se pueda tener un resultado definitivo sobre la eficacia y toxicidad de esta esperanzadora vacuna. Si las cosas van bien, este remedio podría estar a la venta en las farmacias en unos 7 años.

     ¿Cómo funciona esta vacuna? Se trata de una vacuna terapéutica activa, es decir que se administra cuando la enfermedad se encuentra en sus primeros estadios de desarrollo. Su objetivo es detener la principal lesión cerebral vinculada al Alzheimer, la generación de placas producidas por el exceso de unas sustancias llamadas beta amiloides que son las que interfieren en el funcionamiento del cerebro, degenerándolo y provocando el estado fisiológico propio de esta temible enfermedad. Esta vacuna impulsa una respuesta del propio sistema inmunológico del individuo, que fabrica unos anticuerpos que son los encargados de eliminar el beta amiloide 40 y 42 soluble excesivo que se encuentra en el paciente. "La eliminación de este beta amiloide sobrante y patológico, impide la formación de las placas amiloides en el cerebro que producen neurodegeneración  y, por tanto, como mínimo, se conseguiría eliminar una de las principales lesiones cerebrales asociadas a la enfermedad",

     Otras vacunas están en fase de experimentación, pero son muy invasivas porque administran los anticuerpos directamente al paciente y, además, no están especializadas en eliminar las isoformas 40 y 42 que son las acaban por destruir el cerebro de los enfermos. Si toda va como se espera, puede que estemos asistiendo a la creación de la primera vacuna realmente eficaz contra el Alzheimer. Para el 2017 puede que la tengamos en cada farmacia del territorio nacional esperando ser usada para curar esta durísima enfermedad.
De hecho, la patente europea de Araclon podría colisionar con patentes de otras empresas, como Innogenetics, ABETA, Athena Diagnostics, o Neuralab, entre otras. Además, Araclon Biotech no está sola en esta carrera: una simple búsqueda en Espacenet, la base de datos de patentes de la Oficina Europea de Patentes, permite identificar un buen número de empresas con patentes al respecto. Por ejemplo, SmithKline Beecham ha patentado el gen de una enzima a partir del cual esperan desarrollar productos para el tratamiento, diagnósti co y prevención del Alzheimer. Pharmacia, adquirida por Pfizer, apuesta por una terapia combinada basada en la suministración simultánea de un anticuerpo y un inhibidor. Novartis apuesta por una vacuna basada precisamente en una de las dianas de la patente de Araclon Biotech. Y la lista de laboratorios sigue: entre otros, Neurochem, GenoLac BL, Mindset BioPharmaceuticals, o DNA-VEC, en cuya patente participa el Gobierno de Japón.

EVIDENCIA 2: LA HISTORIA DE HENRY GUSTAV MOLAISON, MÁS CONOCIDO COMO EL CASO H.M.


       El 2 de diciembre del 2008, a las 5 de la tarde, Henry Gustav Molaison —más conocido por sus iniciales H.M.— moría de insuficiencia respiratoria en un asilo de ancianos en Windsor Locks, Connecticut. Su muerte fue confirmada por Suzanne Corkin, neurocientífica del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que había trabajado estrechamente con él durante décadas. Henry Molaison tenía 82 años. Había desaparecido uno de los pacientes más famosos de toda la historia de la neurociencia.

   Cuando H. Molaison, con 9 años de edad, se golpeó fuertemente la cabeza al ser atropellado por un ciclista en su barrio cerca de Hartford, los científicos no tenían ninguna forma de ver el interior de su cerebro. Tampoco se conocían apenas los mecanismos biológicos de funciones complejas como la memoria o el aprendizaje. No se podían explicar, por tanto, por qué el niño sufría graves convulsiones tras del accidente, o incluso si el golpe en la cabeza tenía algo que ver.

     Dieciocho años después del accidente, Henry Molaison llegó a la consulta del Dr. William Beecher Scoville, un neurocirujano del hospital de Hartford. El señor Molaison perdía el conocimiento a menudo y tenía convulsiones devastadoras, por lo que ya no podía seguir trabajando (era mecánico de motores) para ganarse la vida. El Dr. Scoville, después de agotar otros tratamientos, decidió extirpar quirúrgicamente dos apéndices en forma de dedo del tejido cerebral del señor Molaison: El 23 de Agosto de 1953, fue intervenido quirúrgicamente por el Dr. William Scoville en el Clinical Research Center de Toronto/Montreal. Fue sometido a una escisión bilateral de ambas regiones temporales mediales de 8 cm. en longitud que incluían la corteza cerebral, la amígdala y los dos tercios anteriores del hipocampo, que le liberaron de los síntomas epilépticos (Scoville y Milner, 1957; Corkin y cols., 1997).

     Las convulsiones disminuyeron, pero el procedimiento —en especial, la extirpación del hipocampo— dejó al paciente totalmente cambiado. Tras la operación, H.M. era incapaz de recordar nada de lo que le sucedía .

     Su coeficiente intelectual permaneció inalterado (CI: de 104 a 118), el paciente H.M. se convirtió en profundamente amnésico no pudiendo nunca más almacenar nueva información semántica en su cerebro. Incluso durante las tres noches que estuvo ingresado en el Centro hospitalario, preguntó a la enfermera dónde estaba y porqué, ya que no recordaba que había pasado aunque podía identificar que estaba en un hospital.

     Alarmado por estos hechos, el Dr. Scoville consultó con un famoso cirujano de Montreal, el Dr. Wilder Penfield de la Universidad McGill, el cual, junto con la psicóloga Brenda Milner, ya había estudiado trastornos de memoria en otros dos pacientes. Rápidamente, la doctora Milner comenzó a viajar desde Canadá hasta Hartford para visitar al señor Molaison, a quien realizó numerosos test de memoria. Fue ésta una colaboración que modificaría para siempre la comprensión que los científicos tenían sobre el aprendizaje y la memoria.

     El paciente H.M. no tenía problemas ni de la atención, ni del habla, ni de la expresión verbal compleja, y mantenía intacta la comprensión del lenguaje. Si desarrolló problemas de olfacción ya que la operación había afectado también a las áreas cerebrales diana de los tractos olfatorios. Las baterías de tests a las que fue sometido incluyeron fotografías de gente, material verbal, secuencias de dígitos, diseños geométricos complejos o patrones sin sentido aparente, y todas confirmaron amnesia anterógrada y parcialmente retrógrada: recordando con certeza hasta los 16 años pero los otros 11 años (de los 16 a los 27) eran una nebulosa y nunca pudo recordarlos nítidamente.

     Su madre observaba que leía las mismas revistas una y otra vez sorprendiéndose cada vez de las mismas noticias. Cada día repetía los mismos rompecabezas sin parecer haber aprendido con la práctica. No podía recordar a nadie que hubiera conocido después de la operación, ni las caras ni los nombres (tan siquiera a quien le ha visitado con asiduidad). Podía recordar series de números en breve tiempo pero no en largos periodos de tiempo.  No podía recordar dónde vivía o quien cuidaba de él, o que era lo último que había comido. Respecto a la memoria espacial, estaba alterada pero conseguía aprender lentamente: así, al tener que mudarse de casa, le costó más de un año aprender el camino.

     Respecto a su situación emocional: era capaz de tener reacciones emocionales intensas pero que se agotaban a los pocos minutos (cuando desaparecía de su “cerebro” la información que las había desencadenado). Por ejemplo, cada vez que se le informaba del fallecimiento de su tío preferido, tenía la misma reacción emocional pasajera intensa que era repetitiva una y otra vez. Incluso posteriormente preguntaba por la situación y deseos de volver a ver a esa persona.

     El paciente H.M., vivía con recuerdos a corto plazo y con aquellos que mantenía de antes de la operación. Sus experiencias cada día eran como las de las personas que comienzan a darse cuenta de lo que les rodea, sin llegar a comprender toda la información porque no podía recordar lo que acababa de ocurrir. En ocasiones relataba su situación como “todos los días son únicos en sí mismos, igual que cualquier alegría o cualquier tristeza”. Hacía descripciones de su propio estado diciendo que era como “pasear por un sueño”. Como despertarse de un sueño del que no se puede recordar nada …

     El paciente H.M. siempre se atribuía a si mismo una edad inferior a la que realmente tenía, y no era capaz de reconocerse a si mismo en el espejo: en 1982 fue incapaz de reconocerse en una foto de su 40 cumpleaños tomada en 1966.

     Llegó a poder trabajar (remunerado en una obra social) en una tarea manual automática (empaquetar encendedores en las cajas de cartulina) ya que si era capaz de aprender tareas motoras con el mismo ritmo que una persona normal. Entre los estudios realizados por la Dra. Milner se encontraba el test de remarcar las líneas del contorno de una estrella o dibujar la estrella mirando a un espejo . El paciente H.M. tuvo un resultado igual que cualquier persona normal, mejorando con la práctica.

     El estudio sistemático del paciente H.M. sirvió para establecer que el hipocampo, si bien es importante para almacenar la memoria, no es decisivo para todas las clases de memoria: había una primera diferencia entre memoria de corto y largo plazo (el hipocampo estaría implicado en esta última y no en la de corto plazo). Pero además, la Dra. Milner identificó las capacidades cognitivas de H.M y sus deficits, y concluyó que aun cuando el paciente H.M. no podía recordar ningún evento reciente, si que era capaz de aprender nuevas tareas motoras (como las de la estrella en el espejo). Esto condujo a definir que, además, existían dos sistemas de memoria bien diferenciados: episódico y procedural, que involucran diferentes áreas cerebrales.

     Los estudios de la Dra. Brenda Milner en el paciente H.M. han permitido diferenciar áreas especializadas según el tipo de aprendizaje: este “experimento humano” circunstancial permitió definir al hipocampo como implicado en la memoria episódica de largo plazo, necesario para transferirla a áreas dónde se almacene de forma permanente. Así, H.M. podría aprender tenis, esquiar, baloncesto…. pero no recordaría que ha aprendido a realizar bien esas tareas… para eso necesitaría su hipocampo “desaparecido”.

     Cuando muere en Connecticut por una insuficiencia respiratoria, esa misma noche, los médicos pasaron horas escaneando su cerebro, el cual fue donado a la ciencia, creándose el “The Brain Observatory: Proyect H.M.” (Observatorio Cerebral) en la Universidad de San Diego. El cerebro de HM fue crioconservado y se realizaron varios cortes histológicos coronales con tinción de Nissl, con especial cuidado de los márgenes quirúrgicos de la lobectomía que son material de estudio en la actualidad.

Enlaces de interes:
- “The Brain Observatory: Proyect H.M.”: http://thebrainobservatory.ucsd.edu/hm

- Video: Memoria 7 segundos: